“No sea sapa, ocúpese de lo suyo”

Noviembre 5 de 2020

 

 Augusto Galán Sarmiento MD. MPA

Director Centro de Pensamiento Así Vamos en Salud

“No sea sapa, ocúpese de lo suyo que yo me ocupo de lo mío”; fue la respuesta de una mujer dentro de un bus de servicio público que realizaba la ruta entre Floridablanca y Bucaramanga hace pocos días. La expresó luego que los demás usuarios le reclamaron cuando subió sin tapabocas ni las mínimas medidas de bioseguridad, acompañada por quien quizá es su pareja que tampoco se protegía. La respuesta había sido precedida por otra “perlita” de la damisela: “tranquilos, al final de algo nos tenemos que morir”. Todo fue registrado en video.

Es una de las respuestas de quienes se quedan sin argumentos ante las evidencias y apelan a la ofensa, la injuria y la mentira para hacer prevalecer sus posiciones o acciones, que muy posiblemente esconden miedo, frustración e ignorancia. Ante la pandemia, demuestran así mismo un bajo grado de empatía y mucha irresponsabilidad social.

Las evidencias que probablemente desconoce esta altanera coterránea son impactantes. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud el total de casos es superior a los 45 millones a la fecha en que se escribe este artículo. Pero más importante que esto, los fallecidos en diez meses por Covid-19 superan el millón cien mil, lo cual podría colocar esta enfermedad entre las diez primeras causas de mortalidad a nivel mundial al final de 2020. Este padecimiento ha demostrado que como “simple gripita” no es un juego y mata de verdad.

Los países de las Américas concentran el 46 por ciento de los casos reportados y el 54 por ciento de los fallecidos por esta causa. Los de América Latina muestran el 34 por ciento de los decesos en el mundo, aunque tan solo contiene el 8,2 por ciento del total de su población. Estos resultados se encuentran muy mediados por el manejo que ha tenido la pandemia en Estados Unidos, Brasil y México.

Colombia se encuentra en el medio de esa tabla epidemiológica, pero es uno de los países más golpeados por el desempleo de acuerdo con cifras de la OCDE. Hubiera podido ser peor, es cierto; la acción de las autoridades sanitarias y del sistema de salud ha sido acertada para evitar un mayor desastre en nuestro país, pero no podemos negar que hemos sido lesionados y se quebró el ritmo de desarrollo que traíamos.

Por las latitudes de los países del Pacífico Occidental, donde se encuentran Australia, Corea del Sur, China, Japón, Nueva Zelandia, y Singapur, contabilizan las cifras más bajas a nivel mundial, apenas superan el 1 por ciento de los casos reportados y de los fallecidos, aunque contienen el 27 por ciento de la población del planeta. Algo han hecho mejor en esos países al comparar sus resultados con los de las Américas y Europa, donde concentramos el setenta y cinco por ciento de los casos de la pandemia.

Con seguridad han sido más eficientes al utilizar la tecnología para la detección, el rastreo, el aislamiento y el tratamiento de los afectados. También sus ciudadanos han aceptado mejor las restricciones a las libertades individuales que se han establecido ante un riesgo colectivo como este. Pero quizá el aspecto más relevante ha sido el respeto de las personas por sus congéneres que se ha materializado en la adopción serena de las medidas de bioseguridad personal, las cuales conducen a un beneficio común de cuidado y protección de la salud pública.

Mientras desde esos países nos enseñaban al mundo la utilidad del uso del tapabocas, en occidente se hacía mofa de ese artículo, se realizaron manifestaciones en las calles en su contra y hasta dirigentes de grandes potencias lo rechazaron públicamente. Lo peor es que algunos aún consideran que estos últimos tienen la razón.

La vociferante señora del bus de marras es la expresión de una cultura negacionista que no comprende que la vacuna actual contra la Covid-19 es la triada del uso de tapabocas, distanciamiento físico y lavado frecuente y efectivo de manos. Y lo será aún después de que aparezca la anhelada vacuna biológica o genética que sin duda será una ayuda muy importante cuando surja, pero que no erradicará el virus de forma definitiva.

Hay que agradecer y respaldar a los “sapos” santandereanos que le señalaron a la procaz doncella su error y su indolencia. Cuando ellos buscaban protegerse nos protegían a todos. Nadie estará seguro hasta que todos estemos seguros.